La Muerte

Editorial Agosto 2015

 

La Muerte es el paso inevitable de toda criatura viviente, cada una de ellas bajo sus necesarias leyes. Este proceso, se repite en toda la creación, toda manifestación con sus miríadas de formas, evolucionan a través de constantes cambios, sufriendo las “muertes” de sus formas y asumiendo nuevas formas para planes definidos del Plan de Evolución, desconocidos aún, para muchos de nosotros.

Un paso importante se dio, en materia de conocimiento, sobre la transición de la vida después de la Muerte, cuando mucha de esa información fue revelada al mundo por H.P.B. y sus Maestros.

La Humanidad comenzó a percibir la Luz de ese conocimiento que atesoraron unos pocos; cuando H.P.B. y la Teosofía lo revelaron en parte, dado que, por edades estuvo oculto para el ser humano, que permaneció, durante ese tiempo, embriagado por los dogmas religiosos, que aún persisten. Para muchos estudiantes e investigadores del mundo, la Muerte pasó a ser el paso necesario en el proceso de crecimiento de las especies, en la que el ser humano, como entidad, con la capacidad de pensar, comenzaba a sufrir variantes importantes, ya que los resultados de cada existencia en el plano físico, estaban cada vez más a su cargo. La compensadora Ley de Karma, retribuye a cada ser, de acuerdo al grado de responsabilidad consciente que cada uno ha alcanzado, y es aquí donde el estado humano adquiere una verdadera relevancia, pues esta condición lo torna “la única entidad libre en la Naturaleza”, según palabras del Mahatma K.H. Y su avance en el campo de la evolución dependerá, siempre, de su asociación con las Leyes Armónicas de la Naturaleza, o sea Karma. Estas Leyes en la Naturaleza Humana, son de carácter Moral y Ético y difieren con las de las demás criaturas que están por debajo de la escala humana, como también difieren con las del Cosmos.

¿Cómo Morir en paz y sin miedos? La mayor parte de nosotros tratamos de huir de esa realidad, y nos auto-engañamos diciéndonos que los que se mueren son “los demás”, pero de pronto el turno Kármico llega, ¿qué tan preparados estamos para esa transición?, ¿a qué nos aferramos en esos momentos en que nos debemos despedir para siempre de todo a lo que hemos estado aferrados? y la realidad de ese momento nos muestra tan desnudos ante esa situación, como cuando nacimos. ¿Qué es lo que aboga en favor nuestro en esos momentos? es de suponer que son nuestras acciones más buenas, cometidas, en el mundo que dejamos, pero las que no lo han sido ¿son en mayor grado que las buenas?, la balanza del justiciero Karma entra en acción, y los procesos post-mortem comienzan, es el momento en que los pares de opuestos en la personalidad comienzan su feroz batalla, los contenidos inferiores relacionados con los actos incorrectos, pujan con su peso para arrastrar al Alma a las oscuras regiones de Kama, mientras que los resultados correctos le dan impulso a sus alas para elevar al Alma a su recompensa Kármica que es el Devachan.

¿Qué tan preparados estamos para colaborar ampliamente con los contenidos internos, del bien que poseemos, como para dar el mayor impulso a nuestras alas y así alcanzar el luminoso estado del Devachan, evitando el oscuro destino en Kama? Esta es una seria pregunta, que muchos nos hacemos.

Por lo tanto, nunca serán pocas las advertencias que se hacen en toda la literatura Teosófica sobre la Conducta, por lo que reviste carácter de urgencia, el Saber, para evitar tristes resultados en cada existencia. “La Ley ampara a quien se refugia en ella” y esa Ley es la expresión misma de la Moral y de la Ética que ha llevado a Hombres a elevados estados de consciencia logrando así la suprema Libertad en la cadena de causaciones, en cuya cadena aún la mayor parte de la Humanidad nos arrastramos con la niñez, vejez y muerte, más el consiguiente sufrimiento natural y aquel que nos prodigamos mutuamente.

 

“¿Quién va a Devachan? El Ego personal por supuesto, pero beatificado, purificado, santificado. Todo ego —la combinación de los Principios Sexto y Séptimo que luego de un periodo de gestación inconsciente renace en el Devachan, es necesariamente tan inocente y puro como un niño recién nacido. El hecho de haber renacido comprueba ya, de por sí, la preponderancia del bien sobre el mal en su vieja personalidad. Y mientras que el Karma (del mal) queda entre tanto en suspenso para seguirlo más tarde en su futura encarnación terrenal, sólo lleva al Devachan el Karma de sus buenas obras, palabras y pensamientos. La palabra “mal” tiene para nosotros un significado relativo según se le ha dicho más de una vez y la ley de retribución es la única ley que nunca yerra. Por consiguiente, todos los que no se han sumido en el cieno de la bestialidad y del pecado irreparable, van al Devachan. Más tarde pagarán voluntaria o involuntariamente sus pecados. Entre tanto se les recompensa y reciben los efectos de las causas que engendraron.”1

 

Manuel Fernández

Integrante del Centro

 


1- Extracto de la carta n° 16 (1) del libro Las Cartas de los Mahatmas a A. P. Sinnett.