Una Reflexión en el Final del Año

Editorial Diciembre 2015

 

Transitando ya los últimos días de este año, todo un ciclo de proyectos, estudio, trabajo y más, está llegando a su final y aunque todo esto de alguna manera se renueve en el año que comienza, la sensación de culminación en estas cosas es casi inevitable en la mayoría de nosotros; frente a esta situación, reflexionamos acerca de qué es lo que hemos logrado a lo largo del año, de acuerdo con las expectativas con las que lo hemos comenzado y entonces, espontáneamente, surge la necesidad de hacer un “balance” de nuestras acciones y sus resultados. Pensamos entre otras cosas, en qué medida se cumplieron nuestros proyectos u objetivos, y para algunos estudiantes de Teosofía, resulta una opción interesante, el plantearse cuál ha sido la motivación o la naturaleza de dichos proyectos. Esto hará, probablemente que la reflexión sea mucho más profunda y por lo tanto, nos brinde mayores resultados. Tal vez diríamos ¿Cuál ha sido la razón que nos llevó a proyectar tal o cual cosa? La pregunta contiene un interrogante muy sugestivo que es el hecho de si los objetivos tuvieron que ver con nuestro interior o con lo exterior a nosotros. Y lejos de relacionarse esto con un egoísmo personal, el objetivo interno al que se hace referencia, tiene que ver con el trabajo propio para lograr el cambio de nuestros contenidos personales, es decir el cambio de hábitos adquiridos por nosotros a lo largo de toda nuestra existencia, que nos mantienen anclados en la materia; lo que representa entre otras cosas, un considerable esfuerzo de nuestra parte. Según hemos estudiado, nuestro accionar puede seguir dos caminos, uno de ellos está enfocado hacia nuestro interior y el otro hacia el exterior. En el primero, según se dice, el esfuerzo se orientará hacia nuestra transformación interna mencionada anteriormente, lo que implica un proceso que durará un considerable tiempo, de hecho, varias vidas, pero que durante el transcurso mismo de dicho proceso, es que resolveremos nuestro karma y nos conduciremos a una nueva etapa en la evolución; y en el otro nuestro accionar puede llevarnos, voluntaria o involuntariamente, a incrementar los lazos con lo netamente material. Si realmente hemos comprendido a través del estudio y la reflexión, que ese es un punto central en nuestra vida y que contiene nuestro objetivo más preciado, entonces ¿por qué seguimos haciendo proyectos solamente hacia afuera?

La Teosofía nos enseña que luego de largos Ciclos de evolución en distintos Reinos, hemos llegado al Estado Humano y que en este punto de la evolución, la individualidad puede adquirir las capacidades para unirse a sus principios superiores, cuyo primer paso es la Mente, que nos permitirá transmutar toda nuestra composición instintiva a través de la modificación de la Conducta logrando así, la construcción del “puente” que unirá lo inferior con lo superior en nosotros, integrándonos así en la Unidad. ¿Será posible en el punto de la evolución en el que nos encontramos lograr realizar este anhelo Espiritual? Esto sólo puede ser posible a través del cultivo de una voluntad inquebrantable.

Nuestros anhelos y las decisiones que tomamos para concretarlos, tienen mucho que ver con la ilusión de nuestra mente personal que nos hace ver como reales e importantes, cosas que no lo son y entonces esas decisiones no son siempre las más convenientes. Todos los proyectos requieren de nuestro empeño para llevarse a cabo, pero da la impresión que es la naturaleza de dichos proyectos la que hará que valga la pena o no dicho esfuerzo. Entonces tal vez una decisión acertada en este fin de año, sea la de reflexionar acerca de cuál fue la motivación de nuestros anhelos al comenzar el mismo y también si la realización de dichos anhelos contribuyeron de manera favorable con nuestra evolución. Mientras no superemos la rueda de renacimientos necesitamos vivir en el plano físico y es en el plano físico que debemos resolver nuestro karma pero, ¿hemos pensado alguna vez, a qué cosas le damos prioridad? Es mucho más útil a nuestra evolución que la vida física se realice en función de la Vida Espiritual y no a la inversa, lo que probablemente logremos con un equilibrio entre estos dos aspectos de la Vida, un equilibrio que sólo da el sentido común.

Que el comienzo del nuevo año nos brinde a todos una nueva oportunidad para decidir cuáles de nuestros anhelos queremos impulsar, y así tener la oportunidad de dar comienzo a una etapa realmente provechosa para nuestros verdaderos intereses Internos y ligado esto a la Humildad, al Servicio y a la Compasión, contribuya con el bien de Todos.

Guillermo Colombo

Integrante del Centro