La Principal Entrada a las tres Vías del Conocimiento Teosófico, El Compromiso
Editorial Abril 2017
La Teosofía, tiene tres vías de acceso al conocimiento, la primera es a través del Exoterismo, el cual permite comenzar a familiarizarse con esta Sabiduría, la segunda vía es el Esoterismo, el cual permite internarse en aspectos más profundos y develaciones por la interpretación del simbolismo arcaico que protege a este conocimiento de usos inadecuados. La tercera vía es el conocimiento Oculto, es esa Ciencia la que permite acceder a niveles más comprometidos con las Leyes Espirituales que mantienen a este Universo en su orden, el Ocultismo lleva a incorporar una clase de Sabiduría que permite el dominio de la propia constitución septenaria del hombre y otras entidades de esos llamados Principios, en los cuales llega a moverse (dentro de ellos) con plena voluntad y dominio. En este nivel de Ocultismo, reinan los verdaderos Hierofantes, los verdaderos Iniciadores en los Sagrados Misterios que develan la más Elevada Ciencia Oculta. “Guiado por su Guru, el Chela descubre primero este mundo, después sus Leyes, más adelante sus evoluciones centrífugas, en el mundo de la materia […] Y para mostrarle a Ud. qué exacta Ciencia es el Ocultismo, permítame decirle que los conocimientos de que nos valemos han sido consignados para nosotros en un código tan antiguo como la humanidad hasta en sus menores detalles; pero cada uno de nosotros ha de comenzar desde el principio, no desde el fin”1.
Para el acceso a cada una de estas vías, siempre se ha requerido, de parte del interesado, el ceñirse a un Compromiso, ese Compromiso es muy tenue en casi toda la vía Exotérica, pues en ella reina en la personalidad, expectación, dudas, y búsqueda. Muchas veces esa personalidad declina en sus deseos de seguir adelante, pues las pequeñas pruebas que asoman en su vida están teñidas de superstición porque aún no sabe, no entiende como es el funcionamiento de esas Leyes que se muestran esquivas a brindarle sus íntimos secretos. Es así que suele ser absorbido por algún tipo de religión o ninguna y termina teniendo su particular visión de la vida, y su llamado interno queda a la espera de otra oportunidad en otra existencia, las Leyes Kármicas de oportunidad así lo permiten.
Pero, en esa misma vía, si se avanza, llega un momento en que el individuo siente la necesidad de sumergirse un poco más en su investigación y es en ese momento que su Promesa adquiere una relevancia superior cada vez que asciende en el conocimiento; cada escala, requiere de una reafirmación de esa Promesa o de ese sagrado Compromiso que se ha tomado con el firme propósito de Servir a la Gran Causa, que es la Humanidad toda. “Hace ya edades, nuestra gente empezó a trazar ciertas Reglas de acuerdo a las cuales, intentó vivir. Todas estas Reglas se convirtieron ahora en LEY”2.
Toda Promesa, liga a una tarea que nunca deberá detenerse, y siempre debe estar orientada hacia su elevada actividad. La Promesa comienza en los niveles Exotéricos como un fundamento desde donde se irá elevando en cada instancia en que la mente del individuo vaya alcanzando un Conocimiento que le permita absorber Sabiduría a escalas cada vez más elevadas. En cada etapa, la Promesa, se va expandiendo en responsabilidad como en el Deber que deberá cumplir, la Promesa, es el primer impulso en el cual nos probamos a nosotros mismos, más adelante se sumerge en una etapa de capacitación a través del estudio, probación, templanza, reflexión, meditación, actividad dirigida sólo al Servicio, obediencia, atención plena, visión clara, abnegación y Devoción. Esta etapa capacita al individuo de tal forma que con todo lo adquirido en lo antes mencionado, forja la llave que le permitirá abrir las puertas del Ocultismo Superior. ¿Por qué es necesaria esta promesa y a quien va dirigida?, pues bien, sin una Promesa, el individuo no mantiene un hilo conductor Moral y Ético con el deber y el cumplimiento que ha de ser su Disciplina con el correr del tiempo para encausarse en el necesario Sendero de perfección que lo pondrá en armonía con las Superiores Leyes que gobiernan lo interno y lo externo del Universo.
Esta Promesa, interactúa entre el estado inferior de la personalidad y el Sí Mayor, o Ser Superior que en realidad es Aquello o Totalidad Sin Segundo. He aquí cómo lo explica mejor el Dr. A. Keightley: “El Ser humano que da la Promesa en el justo espíritu, invoca al Ser Superior, llamando toda ayuda y bendición de Este, para que lo asista. La persona en cuestión, movida por un deseo intenso de estar bajo la protección de Este (aunque Este sea per se latente y pasivo), se coloca bajo la égida de los poderes activos y benéficos que son los rayos directos del Ser Superior Absoluto y Sin Segundo”3.
En casi toda la Doctrina Teosófica hay serias advertencias, y es por demás insensato no poner suma atención en ellas por exceso de confianza; por lo que se advierte que si un individuo no se halla capaz de dar cumplimiento a su Promesa, es mejor que no intente hacerla y luego falle por debilidad, en estos asuntos o se es serio o pone en riesgo su propia Evolución y con ello su propio Progreso Espiritual, además, esto compromete su propia Mónada reencarnante, ya que sufrirá el castigo proporcional al desvío o falta de cumplimiento con su Promesa, contraída en una vida anterior, pero, ninguna personalidad se retira del mundo físico sin antes comenzar a cancelar la deuda contraída. A. Keightley continúa: “Sin embargo, si un Ser humano da su promesa y traiciona a su Ser Superior, arriesga exponerse a todo mal, y lo atrae sobre él. Así entonces, quien permanece leal a la Promesa, no tiene nada que temer; pero quien no tiene ninguna confianza en sí mismo de cumplir con su Promesa, una vez dada, le convendría dejarla y, aún más, haría bien en dejar el Ocultismo en paz. No cumplir con esta Promesa no implica una penalidad para el “Ser Superior”, sino que puede afectar a la persona individualmente. El “Ser Superior” es inmortal, sin embargo la Mónada existe como un individuo separado sólo durante los Manvantaras y, a su alrededor, se forman varias personalidades. La Mónada se encarna en cada nuevo nacimiento y, no sólo puede ser castigada, sino que es castigada, si uno rompe con tal Promesa”4.
Toda Promesa o Compromiso es una Invocación en sí mismos, y pone en actividad procesos que son importantes conocer antes de llegar a Prometer o Comprometerse con algo que puede estar más allá de sus fuerzas. En la Promesa el individuo convoca a su Sí Mayor, pero tal vez también lo haga a ese Instructor que vigila el progreso humano y que a la vez está atento a ciertos efectos que aparecen en el Aura humana cuando este hace una Promesa; en ese acto se ha invocado a que Karma se acelere y cuyo resultado es que sus efectos sean más rápidos, y muchos de los contenidos que componen la personalidad, sienten esa aceleración y ya no están nunca más plácidamente gozando de los terrenos placeres, entonces surgen a la superficie de esa personalidad y enfrentan al intrépido que ha osado hacer su Promesa en el intento de desterrar de sí, todos esos compuestos que por largo tiempo han sido su familia y su perdición. La Promesa, convoca a Karma a que revuelva las estancadas aguas de la personalidad, y todo el sedimento que se halla en su fondo es sacado a la superficie, entonces ha llegado el momento de comprobar si la asepsia que se ha venido practicando, transitando lo correcto bajo una firme disciplina, evitará que esos oscuros sedimentos retornen al fondo nuevamente. Todas las cualidades ganadas con el esfuerzo son puestas a prueba para comprobar la resistencia de esa Promesa y en ese proceso, sólo vence quien soporta todas y cada una de esas pruebas en que no se le dan más de las que puede resistir y soportar. No es una prueba de valentía, son de fortaleza, de voluntad y de comprobación de su fidelidad a esa Promesa que si vence estoicamente sus propias debilidades, gana su merecido lugar al lado de ese Instructor de hombres que ha venido vigilando su Progreso.
Todos los procesos por los que pasa cada Intentador del Sendero, comienzan con la primera Promesa, dependiendo siempre del cumplimiento de este Compromiso, podrá ascender por la empinada cuesta hacia su emancipación total.
¿Qué ocurre cuando un individuo no cumple con su Promesa? H.P.B. describe claramente lo que suele suceder ante una circunstancia como esta: “No pueden invocar a este Testigo divino [Ser Superior] con impunidad, y una vez que ustedes se han puesto bajo su tutelaje, le han pedido a la Luz Radiante brillar y buscar a través de todos los oscuros rincones de su ser; conscientemente ustedes han invocado a la justicia divina de Karma para que tome nota de sus motivos, para que escudriñe sus acciones, y para que ingrese todo en sus cuentas. El paso es tan irrevocable como el de un infante al nacer. Nunca más podrán forzar su regreso dentro de la Matrix de Avidyā y de irresponsabilidad. La resignación y la devolución de su promesa no los ayudara. Aunque huyan a los confines de la Tierra, y se escondan de la vista de los hombres, o busquen el olvido en el tumulto del torbellino social, la Luz los encontrará e iluminará todos sus pensamientos, palabras y acciones. ¿Alguno de ustedes es tan necio como para suponer que es a esta pobre, miserable H.P.B., a quien le están dando su promesa? Todo lo que ella puede hacer es enviarle a cada uno de los serios entre ustedes el más sincero sentimiento fraternal y la esperanza por un buen resultado a sus esfuerzos. Sin embargo, no se desalienten, sino inténtenlo, siempre sigan intentándolo; veinte fracasos no son irremediables si son seguidos por la misma cantidad de impávidos esfuerzos hacia arriba: ¿no es así como se escalan las montañas? Y sepan, además, que si Karma registra implacablemente en el Esoterista las cuentas de las malas acciones que en el ignorante serían pasadas por alto, aun igualmente cierto es que cada uno de sus buenos actos es, a causa de su asociación con el Ser Superior, cien veces intensificada como una potencialidad para el bien”5.
Muchos miedos sobrecogen el corazón del que pretende dar su Promesa, y en realidad no ocurre esto por la misma Promesa, sino que cunde porque se duda en poder cumplirla. Pero, siempre se está expuesto en todos los hechos de la vida al grande o al mínimo triunfo como al rotundo fracaso; pero así, como Karma toma nota de esto, también lo hace cuando el individuo hace su mayor esfuerzo e intenta nuevamente tratando de cumplir; el mérito, muchas veces, está en el intento, peor está aquel que no hace ningún empeño de asumir esa empresa. Toda cobardía, se transforma en valentía a través de esos intentos, y cada golpe de la vida, primero duele y mucho, pero con el tiempo el individuo se hace insensible al dolor que vanamente trata de impedir que continúe el escabroso ascenso. En la frente de estos intentadores y en su corazón, se graba a fuego el, “hay que seguir, seguir y seguir… al final de este purificador túnel, los rayos del Vivificador Espiritual están esperando para abrazar en su seno Inmortal a esa Alma valiente que supo intentar y vencer el penoso proceso poniéndose en armonía con La Ley, y todo este Sagrado triunfo comenzó con La Promesa”.
E.S.C.
Integrante del Centro
1- Extraído de Las Cartas de los Mahatmas a A. P. Sinnett, Editorial Orion, año 1968, de la Carta xxii escrita por el Maestro K.H.
2- Extraído de Las Cartas de los Mahatmas a A. P. Sinnett, Editorial Orion, año 1968, de la Carta xxvii escrita por el Maestro K.H.
3- Extraído de El Significado de una Promesa del Dr. Archibald Keightley, publicado originalmente la revista Lucifer, Vol. iii, septiembre de 1888, págs. 63-67. Reproducido en los Collected Writings de H. P. Blavatsky, Vol. xii, págs. 506-511.
4- Idem.
5- Extraído de la Introducción Nº iii de la Sección Esotérica, publicado en Vol. xii de los Collected Writings de H. P. Blavatsky, traducción realizada por los miembros del Centro.