Carta de Damodar a la Sra. Cables

Editorial Junio 2014

 


Damodar K. Mavalankar es uno de los personajes más importantes en la historia del Movimiento Teosófico. Desde que se unió a la Sociedad, en 1879, hasta su partida a los Himalayas como Chela aceptado, no midió esfuerzos en su trabajo para ayudar a quien reconoció desde un comienzo como agente de sus mismos Maestros, H. P. Blavatsky. A través de su enorme devoción hacia los Mahatmas y su fidelidad a H.P.B., sabiendo que era su único canal para acceder a un verdadero desarrollo espiritual, Damodar supo atravesar las difíciles pruebas de un Chela en probación. De los pocos años en los que permaneció en el trabajo público, sus escritos y sus cartas son lo único que nos queda como testimonio de su conocimiento de las leyes que gobiernan la Naturaleza. Y a través de ellos, ir descubriendo su creciente desarrollo, el que culmino con su deseada partida al encuentro con su Maestro, siendo un triunfo para toda la humanidad. A continuación presentamos una carta escrita para la Sra. Josephine W. Cables, quien muchos años después la publicaría en la revista El Mundo Oculto (The Occult Word) de la cual era editora. Esta carta está fechada el 25 de mayo de 1884, menos de un año antes de su partida, en ella se puede ver su razonamiento sencillo pero profundo del funcionamiento de la Ley y de cómo su conocimiento y sobre todo su comprensión, puede ayudarnos en nuestro propio desarrollo espiritual. Es con alegría que compartimos esta carta que forma parte de un libro, próximo a ser publicado por Esperia Editorial Teosófica, el cual contiene parte del material existente.

 Presentado por Emmanuel Velázquez

Integrante del Centro


 

 

Querida Señora y Hermana,— Leí cuidadosamente y con placer su carta recibida hace dos días. Se debe comprender, desde el principio, que los Mahatmas están constante e incesantemente ocupados en ayudar el progreso evolutivo de la humanidad. Mientras más alto se elevan, más están unidos a lo que es más permanente y más omnipresente. De hecho, es esta unión la que indica el progreso. Así, en un sentido, se puede decir que los verdaderos Mahatmas están casi en todas partes, aunque puedan no estar conscientes de todo. Pero al mismo tiempo, no pueden evitar dirigir su atención allí donde la atracción magnética los lleva; y así, ser notado por un Mahatma depende de uno mismo. Debemos también recordar, que aquello que somos es el resultado de lo que fuimos, y por tanto, cualquier cosa que disfrutemos o suframos es la retribución justa que nos asignó la Ley de Karma, la cual no puede equivocarse. Para nuestras mentes aún no desarrolladas diversos sufrimientos pueden parecer actos injustos de la naturaleza, pero no debemos olvidar que la justicia es la ley inmutable y fundamental de la naturaleza, y cualquier resultado que pueda parecer injusto debe ser el resultado de alguna causa remota, aunque la causa inmediata y evidente parezca producir un efecto injusto —lo que sea, es correcto en la naturaleza. Nos queda a nosotros el producir las causas de las que resultará nuestro mejor futuro destino y asegurar nuestro futuro progreso, pero no podemos alterar los efectos de antiguas causas. Por supuesto, es posible que mientras que ciertas causas estén operando podamos combinar con ellas una causa o conjunto de causas para modificar el resultado; pero no debemos olvidar que nos resulta imposible anular las causas ya producidas. Ahora, si nos queremos elevar, debemos producir las causas necesarias. En primer lugar, sabemos que los estados superiores son más y más omnipresentes. Por tanto, lo primero que debemos hacer es centrar nuestro manas (el quinto principio) en aquellos elevados estados de omnipresencia, y esto sólo puede ser realizado desligándonos de los deseos inferiores, etc., los cuales nos encadenan a nuestra estrecha personalidad, y, transferir nuestra conciencia al Divino Atma, y su vehículo (6º y 7º principios), por el incesante cultivo en nuestro interior de las más altas aspiraciones.

Mientras más éxito tengamos en dicha empresa, más conocimiento obtendremos, pues el séptimo principio es, él mismo, conocimiento absoluto, y viviendo en él, por así decir, vivimos en el conocimiento.

En segundo lugar, debemos saber que para propiciar la pureza de pensamiento en nosotros mismos, debemos estar rodeados por pensamientos puros de otros. Por tanto, mientras más ayudemos a otros a ser puros por medio de la educación, enseñándoles la Ley de Karma y de la Evolución Cósmica, más nos ayudaremos a nosotros mismos, pues la pureza de los otros eleva la naturaleza objetiva que nos rodea hacia un estado más subjetivo, y dichas corrientes subjetivas reaccionan sobre nosotros ayudándonos en nuestra evolución superior. Por esto es una necesidad esencial un sentimiento de inegoísta filantropía. También lo es un sentido de discernimiento y un intelecto que pueda entender correctamente el funcionamiento de la Ley de Karma y de causa y efecto. De esta manera, Ud. puede ver que no es necesario ninguna interferencia o recomendación, y que el hecho de que los Mahatmas ayuden a alguien es el resultado de una atracción puramente psicológica —una inmutable Ley de la Naturaleza, que nadie puede anular.

Leí con cuidado el nuevo periódico que Ud. comenzó, y le deseo éxito con el mismo. La Sociedad Teosófica proporciona a cada uno los mejores medios de ayudar a la humanidad y así ayudarse a sí mismo, y quienquiera que amplíe inegoístamente su esfera de utilidad no puede sino ser recompensado por los Mahatmas y la Naturaleza.

Saludos fraternales para todos los hermanos y hermanas.

Sinceramente suyo,

Damodar K. Mavalankar

 


Notas:

  • Esta carta fue republicada en el libro Damodar and the Pioneers of the Theosophical Movement, compilado por Sven Eek y aparece como Letter to Mrs. Cables.
  • La traducción fue hecha por integrantes del Centro de Estudios de la Teosofía Original en Argentina.